martes, 16 de marzo de 2010

La vida diaria es el autentico lugar de la guerra social.

Me lo digo y lo repito constantemente, yo, que estoy próximo, quizá, a rendirme casi sin condiciones, volviendo donde jure sobre el cadáver de mi viejo yo, que no iba a volver
Deseo pensar que no voy a claudicar sin pelear, y confío en poder sacar esta guerra más allá de mi cabeza.
Estos recurrentes debates interiores me desgastan, me cansan, me aburren y no me aportan nada, son una vieja y adictiva rutina de la que me cuesta desprenderme, simplemente porque no los puedo cerrar en falso, y no tengo, todavía, respuesta para mis preguntas.
¿Puedo seguir hablando de lucha si la pierdo?
¿Puedo seguir hablando de nueva vida si la traiciono volviendo a la vieja, solo para sobrevivir?
Una vez más, la teoría se me va tan lejos que apenas la alcanzo a ver desde la practica
Voy a tratar de ganar, o de no perder, o de perder sin rendirme, o de fracasar sin claudicar...
Levantarme cada vez y seguir, tratar de conseguir lo que quiero
Que estúpido drama, que innecesaria tragedia... pero que voy a hacerle si yo nací en el somontano pirenaico.
No se lo que es el orden, esa base de la mente bien organizada, en cambio me levanto todos los días con el caos copulando con mis neuronas
Luchar en una guerra sin frentes, tratando de elegir entre cliches
No habría capitalismo sin nosotros capitalizando y capitulando, lo se, veamos lo que resisten mis válvulas de presión...
Espero implosionar en un universo de colorines
Me atormenta traicionarme para sobrevivir, y necesito sobrevivir para intentar luchar...
¿Se nota mucho que he dejado de beber?

Nacido para las minúsculas tragedias. Llamadme Sofocles.

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